top of page

Mis Letras


He decidido que cuando comparta con vosotros algún relato, microrrelato o extracto de alguna de mis obras, hacerlo bajo el nombre de una Sección. así si buscáis en el blog, lo podréis localizar rápidamente. Espero que os guste la idea (porque ya no hay marcha atrás).

Para dar comienzo a esta nueva sección ¿qué mejor que un relato?

Un relato al que le tengo especial aprecio y cariño. Un relato que presenté a un concurso allá por 2014 y que resultó ser uno de los ganadores. Un relato que se publicó con Ediciones Saldubia en la Antología: Historias a la Carta.

Os presento:

La Conquista

—Déjalo ya. La mesa está preciosa, el apartamento está espectacular, la comida huele delicioso y tú pareces una princesa. Todo saldrá bien.

—¿Una princesa? —Dios mío ¿qué iba a hacer ahora? No quería parecer una princesa, quería parecer guapa, segura de sí misma, un poco atrevida tal vez. Pero sin pasarse—. Tengo que ir a cambiarme.

—¿¡Qué!? ¿Por qué?

—No quiero parecer una… princesa. Son pueriles. Quiero parecer sofisticada, atractiva, divertida.

—Lo eres. Eres la mujer más guapa que conozco, Lia. Si ese tipo no se da cuenta, es un cabeza hueca.

—Eres un sol, Charlie.

Charlie era su vecino. No sólo eso. También era su mejor amigo.

Se conocieron en aquel edificio de apartamentos.

Curiosamente, se mudaron el mismo día.

Aun se reían, de vez en cuando, al recordar cómo discutieron los conductores de sus respectivos camiones de mudanzas.

—Lo digo en serio. Y si no sabe apreciar tu salsa marinara, ya puedes largarlo.

—Ajá. ¿Y te llevo una fiambrera antes o después de largarlo?

—Bueno, sólo si quieres ser una filántropa gastronómica con tu pobre vecino, que va a cenar sobras recalentadas. —Mostró todo su encanto con su mejor sonrisa. Ésa, por la que tantas chicas suspiraban.

—No vas a comprarme con una sonrisa.

Charlie sonrió aún más ampliamente.

—He dicho que borres esa sonrisa —Bufó ruidosamente. No podía negarle nada—. Está bien. Te guardaré lo que sobre.

—¡Genial! Eres una cocinera increíble, Lia. Deberías dedicarte a ello.

—Oh, no. Me gusta como hobby y así se va a quedar.

—¿Me guardarás también alguna Lionesa?

—¿Quieres decir además de las que ya te has comido?

—¡Eh! Era un control de calidad. Me ofendes si piensas que tenía motivos ocultos.

Se llevó la mano al pecho en un gesto dramático.

—Claro. Lo que tú digas.

—Ahora en serio. ¿Por qué lo haces?

—Hacer ¿qué, exactamente?

—Prepararles la cena a los tipos con los que sales. ¿Cuánto llevas saliendo con éste?

—Se llama Zach. Y nos vemos desde hace unas semanas.

—Ninguna chica con las que he estado me ha preparado nunca una cita así.

—Yo no estaría tan sorprendida.

—¿Y eso por qué?

—Porque la mitad de las chicas con las que has salido, no sabrían diferenciar entre un cuchillo para pescado de un cuchillo para carne.

—¡Auch! Pero… Tienes razón. —Se encogió de hombros—. ¿Aunque, no se usa el mismo para todo? —Añadió con una sonrisa socarrona.

—Te estás ganando la expulsión Charlie. Quedarás desterrado de mi piso con blasfemias como ésa.

—Me acogeré a derecho de asilo.

—Eso sólo puedes hacerlo en las iglesias. Y fue hace siglos. Ahora, vete.

—¿Me echas? Creí que estabas bromeando.

—Y lo estaba. Son… —Miró su reloj de pulsera— Las nueve menos cinco. Zach está a punto de llegar. Largo.

Empujaba a su amigo sin dilaciones hacia la puerta. Charlie se dejaba arrastrar, era una especie de niño grande. De todo hacía un chiste.

—Pero quiero conocer a Zach.

—¡Ja!

—¡Vamos!

—Ni hablar.

—¿Por qué? —Compuso el tono de voz más inocente que podía.

—¡Tendrás morro! Te recuerdo que al último que te presenté acabó con antecedentes.

—No fue culpa mía que decidiera que aquella portería era un retrete.

—¡Tú lo emborrachaste!

—Sólo tomamos unas cervezas. No tenía aguante.

—Eres de lo que no hay. Mi respuesta sigue siendo no.

—Vale, vale… Prometo que me comportaré. Sólo esperaré aquí y lo saludaré cuando llegue. Justo antes de irme.

—No. Te conozco, Charlie. Si te dejo quedarte, vas a montártelo para quedarte a cenar.

—Pero es que me encanta como cocinas. Zach no se lo merece. Yo en cambio…

Abrió la puerta del apartamento y con una amplia sonrisa, porque con Charlie una no podía dejar de sonreír, lo invitó a marcharse.

—Adiós Charlie.

—Está bien… —Dio un paso fuera del apartamento—. Me estás hundiendo, Lia.

—Te recuperarás.

—Todavía no me has contestado.

—¿El qué?

—¿Por qué preparar todo esto? —Con un gesto de la mano abarcó el apartamento, la mesa vestida para la cena y a ella—. Si Zach es como tus últimas citas, será como echar margaritas a los cerdos.

—Me gusta —Fue su turno de encogerse de hombros—. Disfruto cocinando y disfruto saboreando la comida. Además, no sé si sabes que hay un dicho que dice: “Por el estómago lo conquistarás.”

Con una amplia sonrisa, cerró la puerta a la espalda de su amigo y vecino.

En el descansillo, Charlie dejó caer lentamente su cuerpo contra la puerta cerrada.

Cabizbajo, suspiró.

—Si lo sabré yo...

©Todos los Derechos reservados

Fin

Espero que os haya gustado. Estos personajes son tan adorables que no me pude resistir y cuando hice mi primera antología íntegramente con personajes propios, los incluí.

¿Los recuerdas?

Posts Destacados
Posts Recientes
Archivo
Buscar por Tags
No hay tags aún.
Sígueme
  • Facebook Basic Square
  • Twitter Basic Square
bottom of page