Septiembre, viejo amigo
- 17 sept 2016
- 2 Min. de lectura

Antes de que llegara el mes de Septiembre me pasaba los días mirando el calendario cual adolescente desdichada, con la mirada cargada de sentimiento, de anhelo; con el corazón lleno de esperanza, sabiendo por experiencia que la tierra prometida no es tan buena, siendo conocedora (y muy consciente) de que no iba a ser tan bonito (ni tan idílico).

Aun así esperaba con ansia tu llegada, como cuando llega ese viejo amigo, ese que hace tiempo que no ves y recuerdas los viejos tiempos, esos en los que reíais juntos, esos en los que erais tú y él contra el mundo, esos que por alguna razón que ya no recuerdas (y que no tiene relevancia en estos momentos porque está a punto de llegar y entrar otra vez en tu vida, esperas que esta vez sea para quedarse) se alejaron de tu día a día y ahora quieres que vuelvan.

Llegados al último día de Agosto, no puedo esperar para tacharlo del calendario, tanto es así que a las diez de la mañana ya lo tenía eliminado hasta el punto de no ver el número debajo del bolígrafo. Quería que el día pasara, que desapareciera y si no podía hacer que las horas volaran, haría desaparecer ese maldito número.
Después de aquello todo fue más deprisa, los días se precipitaron y casi sin darnos cuenta entramos en barrena, en una marcha atrás tan inevitable como esperada que me ha impedido disfrutar de nada, me ha vuelto loca y ha activado músculos que no sabía que tenía (esos que palpitan cuando estás a punto de transformarte en Hulk) y entonces recuerdas por qué.

Por qué tú y ese viejo amigo os alejasteis e hicisteis vidas cada uno por su lado, que por todas esas pequeñas cosas que te sacan de quicio y te convierten en esa versión de ti que ya no eres y que no quieres volver a ser porque has cambiado.

Sin embargo días más tarde, un día como hoy diecisiete de Septiembre, con tu amigo a punto de irse de nuevo, decides que no quieres perder esa parte de tu vida y reflexionas contigo mismo (antes de compartirlo con él) y le explicas que poco o mucho, has cambiado, que, de hecho, lo haces cada año que pasa porque cada año vives miles de experiencias y le explicas que te gustaría tener la oportunidad de conoceros, de verdad, con calma, aunque tendrá que ser el próximo año en su siguiente visita.
Y tras comprobar que ambos teníamos la misma sensación, hemos quedado de nuevo.
Así que solo me queda despedirme de ti, Septiembre, viejo amigo.
¡Hasta el año que viene!
Comments