Maestro

Érase una vez un Profesor, un joven apasionado por la enseñanza que viajaba de centro en centro impartiendo educación y conocimientos a jóvenes de todo tipo.

No tenía plaza fija.

Era, como se suele decir, itinerante. Uno de esos héroes que a pesar de estar especializados, imparten cualquier materia en cualquier centro, allá donde sea requerida su presencia para realizar una substitución.

Profesor substituto. Recuerdo unos cuantos de mi época de estudiante y recuerdo que los alumnos éramos especialmente duros con ellos; sólo estaban de paso.

De paso…

Este profesor, al igual que muchos otros antes que él, era un héroe a diario pues inculcaba, o lo intentaba, unos valores en las mentes de aquellos alumnos que tenían la gran suerte de asistir a sus clases.

Era el primero en estudiar la materia para poder enseñar ese aprendizaje a las jóvenes mentes hormonadas y aun por pulir; y también, era el primero en alegrarse cuando ese conocimiento calaba en sus alumnos.

Valiente per se, escogió una profesión ardua donde las haya; pues hay continuos frentes abiertos con padres, madres, y alumnos además de instituciones.

Hay personas que te aleccionan con palabras, otras con hechos; los maestros lo hacen con ambas. Este profesor del que hablo, era un Maestro.

Fíjate cómo era que su última lección fue quizás la más importante. Sin duda, muy poca gente la olvidará fácilmente:

Ayuda. Protege. Ten coraje, sé valiente.

Desgraciadamente y como he dicho antes, ésta fue su última lección.

Es una lástima que así fuera, pues fue un héroe que ayudó a que nadie más saliera herido en un aula donde podría haber sucedido una tragedia mucho mayor de no ser por su intervención.

Eligió ser un Maestro, sí; pero fue también un Protector.